Nudo a nudo uniendo recuerdos y amistades. Cada pulsera cuenta su historia. Incluso en el camino por tierra y agua de Melbourne a Berlín, enseñé a cada encuentro a hacerse una pulsera. Ese momento „rompía el hielo“ y nacían las amistades, ya fueran con mayores o jóvenes, en el velero o en el puesto del mercado, con o sin un idioma común.
Entre tanto, con la misma cinta verde se han conectado unas 300 personas de unos 15 países.